Enseñá a tus Hijos el Valor del Dinero

Famila sentada en el sofá de la sala, depositando dinero en una alcancia, rodeada por un corazón transparente
Educar con amor también es enseñarles a no volverse locos con una tarjeta en la mano.

Seamos honestos: a muchos de nosotros nadie nos enseñó cómo manejar la plata. Aprendimos como pudimos, con la cuenta en cero y el corazón roto frente al cajero automático.

Pero vos podés romper ese ciclo y enseñarle a tus peques, desde ya, que el dinero no crece en las plantas del patio, ni lo manda un hada del dinero por SINPE. Acá te tiro unas ideas prácticas y con humor para que lo hagás en casa, sin estrés.

1. Empecemos por hablar del elefante en la habitación: el dinero.

En muchas casas, hablar de dinero era como decir una mala palabra. Pero si no lo hablás, no se aprende. Así que empezá a incluir a tus hijos en conversaciones simples: “Esto cuesta tanto”, “Hoy no lo compramos porque estamos ahorrando para X razón del futuro”. Que entiendan que el dinero se usa con intención, no con culpa.

2. Regalales una alcancía… y usala con propósito.

No tiene que ser un chanchito rosa, puede ser un frasco o una caja decorada. Que vean cómo crece su ahorro. Incluso pueden tener tres: una para gastar, una para ahorrar y una para compartir. Educación financiera + corazón grande.

 3. Conviertan el súper en una mini clase de economía.

Sí, el súper puede ser una jungla, pero también un aula. Dale a tu peque un pequeño presupuesto y que elija su merienda. Va a aprender que si se le va todo en gomitas, no le va a alcanzar para el jugo. Lecciones sabrosas y dolorosamente reales.

 4. Jugá a la tiendita.

Sacá los peluches, armá una caja registradora con cartón y jugá con tus hijos a comprar y vender. Lo van a disfrutar y, sin darse cuenta, van a empezar a entender cómo funciona eso de ganar y gastar. También podés usar juegos como Monopoly (aunque duren 5 horas y terminen en pelea ).

 5. Y si se equivocan, dejalos.

Sí, a veces se van a gastar todo en un juguete medio feo y después se van a arrepentir. Pero ese “ay, me hubiera esperado” es más educativo que cualquier sermón. Todos aprendemos más del “uy” que del “ojo”.

No necesitás ser experta o experto en finanzas para enseñarle a tus hijos sobre el valor del dinero. Solo necesitás honestidad, tener ganas de aprender junto a ellos y reírte cuando las cosas no salgan perfectas.

Porque al final, educar con amor también es enseñarles a no volverse locos con una tarjeta en la mano.

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